Las
escuelas de las Hermanas de la Inmaculada hacen presente el estilo pedagógico
de San Agustín Roscelli en Argentina desde 1914 y en Chile desde 1954, teniendo
su origen en Génova, Italia, en el año 1876.
Actúan
en el marco de la legislación de cada país con identidad propia que la Iglesia
da a la escuela católica como lugar de experiencia eclesial; brinda un servicio
cívico y apostólico al formar integralmente a la persona, con un proyecto
educativo inspirado en el Evangelio, “para que sea protagonista de una
humanidad nueva, en otro mundo posible” (Papa Francisco).
Religiosas
y laicos en misión compartida, siguiendo las huellas de San Agustín Roscelli,
con una sensibilidad educativa propia, ofrecen a la sociedad de hoy un estilo
educativo basado en la Pedagogía del encuentro que:
- Atiende a la persona en su totalidad y unicidad.
- Ayuda al crecimiento y a la estima de si, de los otros y de la realidad circundante.
- Estimula una formación integral y gradual de la persona a través del desarrollo de competencias para continuar estudios superiores, para insertarse en el mundo del trabajo, para la ciudadanía, para intervenir socio-comunitariamente.
- Cultiva valores y virtudes evangélicas tales como: el respeto por la vida, desde la concepción hasta la muerte natural, el respeto por la naturaleza y el cuidado de la casa común, la humildad, la pureza, la sencillez, la alegría, la cordialidad, el servicio.
- Procura una síntesis entre cultura y fe proporcionando una visión cristiana del mundo, de la vida, de la historia.
- Propone el discipulado de Cristo, Pan de Vida, la vida de Gracia y la devoción a María Inmaculada.
A
través de esta propuesta, las escuelas de las Hermanas de la Inmaculada
contribuyen con la familia en su misión inalienable e insustituible de primera
responsable de la formación integral de sus hijos.